Semanas atrás, un nuevo panel rupestre ha salido de su letargo milenario para mostrarse ante nuestros ojos. Como viene siendo habitual en los últimos descubrimientos, ha sido un aficionado el autor del hallazgo. Su nombre es Marcos Alonso Blas, un amigo residente en Lagunas de Somoza, y es a él a quien debemos agradecer el conocimiento de estos nuevos petroglifos.
Su localización se sitúa entre las localidades de Lagunas de Somoza y Villar de Golfer, en medio de un paraje en el que predominan robles y encinas, típico de la comarca maragata. El topónimo más cercano a la zona es el denominado "La Fuente del Lobo", que a mi entender no podía ser más elegante y sugerente, por lo que he decidido bautizar a esta estación rupestre con ese nombre. La localización exacta y coordenadas figuran en el comunicado que he mandado al Servicio Territorial de Cultura de la Junta de Castilla y León.
El nuevo panel se sitúa en un afloramiento de pizarra, y se compone de cazoletas principalmente, aunque se aprecian también un par de pequeños surcos. La altura del afloramiento es escasa, pues no supera el metro de altura. En la parte superior se localizan las cazoletas más grandes y profundas, incluso a alguna de ellas la podríamos considerar como una cubeta pequeña.
El nivel intermedio del panel presenta una concentración más abigarrada de estos símbolos semiesféricos. Dominan la composición algunas cazoletas de mediano tamaño, que sobresalen en importancia sobre otras más pequeñas y con menor profundidad. En un lateral de esta zona intermedia se advierten algunos surcos que unen las cazoletas más cercanas.
En el plano inferior, casi al nivel del suelo se concentra otra agrupación de cazoletas mucho más pequeñas, algunas son difíciles de apreciar pues apenas sobrepasan los 2 cm de diámetro y profundidad.
En las rocas inmediatas al pequeño afloramiento se distribuyen algunas cazoletas aisladas, pero se cumple aquí también la norma de tantas estaciones rupestres, sin que se pueda explicar el motivo de que en un pequeño afloramiento se concentren todos los grabados, mientras que otras superficies cercanas, y aparentemente más propicias para ese fin, permanezcan vacías.
El número total de cazoletas supera las 25 unidades, y como en la mayoría de espacios rupestres de la provincia, llama la atención la ausencia de otros símbolos, como círculos o motivos más complejos. Tampoco se aprecian grabados más modernos, como cruciformes o firmas de pastores.
Estos nuevos petroglifos se unen a los ya conocidos, y no por ser del mismo estilo pueden parecernos repetitivos o menos importantes. En provincias que atesoran conjuntos rupestres de primer orden, se sigue considerando de gran importancia a este tipo de hallazgos. También en otros lugares este tipo de descubrimiento tienen la repercusión que merecen, apareciendo incluso en publicaciones y noticias de nivel nacional, donde arqueólogos de prestigio se felicitan por los descubrimientos. Aquí, tenemos la suerte de que los leoneses se preocupan por conocer este tipo de vestigios de nuestros antepasados, y suplen con su curiosidad el desinterés de las autoridades patrimoniales, que por no hacer, ni siquiera se dignan en incluir las estaciones rupestres en la lista de Bienes de Interés Cultural.
Contexto y paisaje de la estación rupestre "La Fuente del Lobo"
Para finalizar, quiero agradecer otra vez la labor de Marcos Alonso Blas, porque gracias a su curiosidad y por mirar las rocas de otra manera ha sido posible el conocimiento de estos nuevos petroglifos.
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