domingo, 19 de agosto de 2012

LA PISADA DEL MORO Y LA MORA (CASTRILLOS DE LA VALDUERNA)



En el post anterior dedicado los frescos ocultos de Chana de Somoza una persona con el seudonimo CDV  colgó un comentario haciendo alusión a unos grabados situados en una roca de Castrillo de la Valduerna. Diego Aparicio, que así es como se llama esta persona, recordó una zona de su pueblo conocida por el nombre de "La pisada del moro y la mora", y gracias a su memoria e intuición podemos disfrutar de estos vestigios de épocas pasadas.Vaya desde aquí nuestro más sincero agradecimiento.

El paraje en cuestión es un pequeño valle que encuentra situado al norte del pueblo, rodeado por una meseta   que alberga topónimos tan sugerentes como "Prados del Castro", "Camino Viejo", "Camino Gallego", "Los Castros", "Coronas" etc. Un poco más al norte encontramos "Canal de Moros", antesala del río Peces.



A escasos metros del camino que va hacia el río afloran unas rocas pizarrosas, conocidas por los habitantes de Castrillo como "La pisada del moro y la mora". Este nombre hace alusión a una figura podomorfa (con forma de pie o pisada humana) a la que se superpone otra "pisada" de menor tamaño, incompleta y elaborada de manera mas tosca y piqueteada. El podomorfo más claro y completo esta sobredimensionado comparado con un pie real ( véase en la foto mi zapatilla), y según la leyenda se atribuye a la pisada del moro, mientras que el podomorfo mas pequeño e incompleto sería el de la mora. Fin de la leyenda.



Además de este doble podomorfo (símbolo inédito hasta ahora en los petroglifos de estas tierras), se pueden observar en las rocas cercanas multitud de semicírculos o herraduras. En la roca anterior a las pisadas morunas se aprecian una decena de herraduras bastante erosionadas, pero que en condiciones de buena luz se aprecian perfectamente.




Situado otra vez en el doble podomorfo me fijé en un pequeño desconchón en la zona delantera, a modo de posible cazoleta, y una herradura cercana a la parte anterior o talón. Cerca de esta herradura hay un símbolo formado por tres lineas paralelas que se juntan en un extremo que tiene difícil clasificación.
Desde aquí, sólo hay que avanzar unos metros para localizar otro grupo de grabados, quizá el más interesante de esta nueva estación rupestre. Se compone de otro podomorfo, esta vez más pequeño y proporcionado que el anterior, con dos surcos transversales y acompañado por una treintena de herraduras repartidas por las rocas adyacentes. El conjunto resulta sugerente y espectacular cuando la luz incide en oblicuo y se puede observar en su conjunto.



Lo primero que salta a la vista en este panel es la distinta ejecución de los grabados semicirculares: en la parte central las herraduras son más pequeñas, con las líneas menos circulares que le dan el aspecto a algunas de ellas de cuadrados incompletos más que semicírculos. Además se nota un piqueteado intenso, como el producido por un utensilio metálico y afilado. Esto quizá indique una cronología posterior si las comparamos con las figuras situadas en el extremo del panel opuesto al podomorfo, en las que se pueden apreciar las herraduras más grandes, más juntas y con un surco más profundo. Aunque se puede apreciar restos de piqueteado, este es mucho más difuminado y recubierto por líquenes.

  

Como ya me había advertido Diego Aparicio, mucha gente de su pueblo guarda con cariño el recuerdo de  contemplar la doble huella mientras sus padres o abuelos les contaban la leyenda, que como dijimos antes sólo se refiere a este podomorfo doble. La leyenda solo relata que por allí pasó un moro que dejó esa pisada y detrás pasó  la mora, sin especificar nada más y sin hacer referencia ni al otro podomorfo ni a las figuras semicirculares o herraduras, que por otro lado es el símbolo más abundante. Es quizá la razón por la que muchas de esas personas que recuerdan perfectamente la doble pisada a pesar de los años transcurridos sin volver por allí, no recuerden (salvo raras excepciones) la treintena de herraduras que salpican la zona. Me sorprende que no haya constancia en el pueblo de ninguna leyenda sobre el patrón Santiago y las famosas herraduras de su caballo.



 En otros lugares basta la existencia de un par de herraduras en la fuente del pueblo para desarrollar el típico relato del paso por la zona del Patrón, y el salto fabuloso que pegó su caballo hasta la fuente de otro lejano pueblo, donde otras herraduras están grabadas allí para demostrar a los incrédulos la veracidad de la historia.
Llama la atención también la ausencia de los símbolos más recurrentes de los petroglifos de la zona: No hay cazoletas, ni aisladas ni en el interior de las herraduras. Tampoco pude localizar un sólo cruciforme, ni firma de pastor alguna, en contraposición con  el panel con herraduras que "bauticé" en 2008 con el nombre de Peñaferrada  en Chana de Somoza.

Aunque el semicírculo ha sido representado desde el Paleolítico,muchos autores (Antonio de la Peña, Costas Governa etc) consideran estos grabados de cronología histórica, cuando no relativamente modernos si estos se acompañan por cruces y podomorfos.
Otros autores consideran (García Quintela y Marcos Estevez) que algunos de estos signos se pueden adscribir a la Edad del Hierro, por estar en relación con castros cercanos de esa época. Sobre esto hay todavía bastante controversia, por lo que lo más prudente de momento  sería considerarlos históricos. Aunque así fuera no desmerecería nada la importancia de los mismos, pues lo que llamamos Historia abarca más de dos milenios, y bien pudieron haber sido los primeros habitantes del asentamiento primitivo los autores de los grabados
Lo más interesante de todo es que los habitantes de Castrillo consideren estos grabados como el documento más antiguo de sus antepasados, un mensaje que quizá hable de buena suerte y fertilidad para las nuevas generaciones, y que lo preserven para que siga comunicando esos deseos a las generaciones venideras. Algo que Diego Aparicio ha sabido captar perfectamente.