miércoles, 17 de julio de 2013

NUEVAS EVIDENCIAS DE PETROGLIFOS Y ALTARES RUPESTRES EN MARAGATERÍA (I)





Ya hemos comentado varias veces la fuerza con la que ha prendido en Maragatería (y por extensión en toda la provincia) la semilla de la curiosidad y el afán por conocer los vestigios de nuestros antepasados. Con tanta gente involucrada no es de extrañar que se sucedan nuevos hallazgos que se suman a los ya conocidos, configurando una colección cada vez más numerosa. 
 Hace unos meses mi buen amigo Mark Raes me comunicó el hallazgo de varias rocas con petroglifos. No es la primera vez que Mark me da esa noticia, pues ya en el año 2009 localizó una roca con círculos y cruciformes que tuve el honor de bautizar con el nombre de "Peña Cruzada". Mark es un enamorado de nuestra tierra desde que la vió por primera vez  cuando hizo el Camino de Santiago, y lo cierto es que abandonó su Bélgica natal y se quedó con nosotros para siempre.
  Los nuevos descubrimientos de Mark no son fruto de la casualidad, son el producto del esfuerzo y de la pasión por el arte rupestre, y el resultado son varias rocas con petroglifos en las cercanías de las localidades de Turienzo y Andiñuela (por el momento y para preservar los grabados no puedo precisar más su ubicación).
 Los petroglifos están repartidos en diferentes rocas de una misma zona, y se sitúan relativamente cerca de los petroglifos de La Peña Furada.  Las cazoletas son el motivo principal  representado en los paneles, acompañadas por algunos surcos y en uno de los casos por un sistema de cubetas. 
Antes de colocar las fotos de los nuevos descubrimientos, hay que resaltar las similitudes con el sistema de cubetas descendente de La Peña Furada de Turienzo, lo que unido a su cercanía permite establecer paralelos entre las dos estaciones rupestres. Las dos siguientes fotografías pertenecen a La peña Furada:







                             (Vista general de La Peña Furada de Turienzo y detalle de las cubetas)


En la década de los 80 del siglo pasado La Peña Furada de Turienzo fue el primer petroglifo descubierto en la provincia de León, aunque esta estación rupestre  permaneció olvidada 20 largos años hasta que en el año 2008 despertó de su letargo debido a la repercusión de los nuevos decubrimientos de petroglifos maragatos.
Hasta ese momento fue una rara excepción en la comarca, que no obstante confirmaba la regla de que nunca hay que dar nada por sentado, y menos en temas de prehistoria donde desconocemos tantas cosas todavía. 
La verdad es que los excepcionales paneles con laberintos descubiertos en la ya famosa estación rupestre de Peña Fadiel no se podían paralelizar totalmente con La Peña Furada (sobre todo atendiendo a la iconografía representada) pues salvo la coincidencia de numerosas cazoletas, en Turienzo predominan las cubetas a distintas alturas e intercomunicadas por surcos, mientras que en Filiel son esos enigmáticos laberintos los que componen la escena.

Ahora, nuevas evidencias permiten establecer similitudes como veremos a continuación.


La primera de las rocas contiene cuatro cazoletas, tres de ellas alineadas  marcando la dirección este- oeste. No es una roca espectacular, pero complementa a las otras de la zona.




Cerca de la roca anterior hay una laja con una superficie horizontal de cerca de tres metros de largo. Hay representadas cerca de una veintena de cazoletas, algunas más grandes y profundas de los que suele ser habitual en los petroglifos de estas tierras. La orientación es la misma que en la roca anterior, y la debilidad del soporte (pizarra esquistosa) hace que los grabados estén bastante erosionados. La diferencia con la otra roca  (además de un mayor número de cazoletas) es que este panel  está ligeramente elevado del suelo.









La siguiente roca es la más interesante de la zona, con todo el aspecto de un altar rupestre prehistórico. Se trata de un afloramiento de pizarra esquistosa que se eleva un par de metros del terreno de forma progresiva. La parte más alta del afloramiento está coronada por una roca poligonal e inclinada, habiéndose esculpido en ella una docena de cazoletas de distintos tamaños, así como un sistema de cubetas comunicadas por surcos que de manera descendente hacen fluir cualquier líquido vertido en la cubeta superior. El parecido con Peña Furada (el altar rupestre de Turienzo que aparece en las primeras fotos de este artículo) es más que evidente, así como la impresión de que fueron construidos en la misma época y para el mismo fin.




 Al contrario que en La Peña Furada, no se observan indicios de otros grabados y no hay rastro de cruciformes ni firmas de pastores, lo que a mi modo de ver confirma las sospechas de los especialistas de que estos símbolos que aparecen en los petroglifos de Turienzo son añadidos posteriores. En cuanto al grado de conservación, este altar rupestre de Andiñuela está en las últimas, pues presenta una gran erosión y descascarillados, producto de los milenios que lleva expuesta a la intemperie y de la propia fragilidad de la roca que soporta los grabados.  







Como se puede apreciar en las fotos, en la zona más alta del panel hay tres cubetas profundas y de distintos tamaños. La de la izquierda es la más esférica y está rodeada a su vez en la parte superior por varias cazoletas pequeñas, mientras que de la parte inferior descienden cuatro surcos de forma radiada.
 A la derecha de esta composición hay dos cubetas unidas, formando una figura ovalada de la que desciende otro surco hacia la zona inferior, donde una gran cubeta horizontal recoge todos los surcos mencionados. Esta última cubeta parece la unión de varias cazoletas profundas más pequeñas , pues presenta ensanchamientos y zonas esféricas de distinto tamaño. No marca el final de los grabados, ya que de ella todavía se puede apreciar un surco descendente, aunque este no une otras cazoletas más pequeñas de la zona inferior e inmediata al suelo.





   


La finalidad de estos petroglifos todavía es un enigma para la ciencia, aunque la teoría que genera mas consenso es que funcionarían como altares rupestres en los que se celebraría algún tipo de ritual  (iniciación de nuevos miembros de un grupo, rogativas propiciatorias de la fecundidad o de la lluvia etc), en los que la presencia de líquidos vertidos a modo de ofrenda debieron tener un papel importante. Viendo el sistema de cubetas descendentes no es difícil imaginar a una persona iniciada y conocedora de los secretos del ritual (hombre sabio, chamán, sacerdote..) vertir algún líquido (agua, leche, sangre etc) sobre los grabados y como éste por gravedad llena las cubetas y acaba en el suelo.  
En cuanto a la cronología, la gran mayoría de altares rupestres de estas características han sido encuadrados en un largo periodo que va desde el Neolítico hasta la Edad del Hierro.
 Si consideramos los petroglifos de Peña Fadiel de cronología calcolítica, es asumible la teoría de que estas manifestaciones rupestres (más simples, menos evolucionadas) pueden ser anteriores a los primeros momentos de la Edad de los Metales y bien pudieran ser vestigios de los pueblos neolíticos, cuya existencia aparece probada en las zonas limítrofes (Zamora, Portugal, Galicia...). El contexto arqueológico en el que están localizados está alejado de cualquier asentamiento prehistórico conocido, y parece relacionarse más con las zonas de pastos altos de  montaña que tanto debieron apreciar los ganados de los primeros pobladores estables de estas tierras.
 La ausencia de otros símbolos representados (herraduras cruciformes etc) parece descartar una cronología más moderna, y el hecho de que el paralelo más cercano (La Peña Furada de Turienzo) haya sido objeto de estudio por los especialistas y encuadrada en el Calcolítico refuerza la impresión de que nos encontramos ante vestigios de esa misma época, o como ya apuntamos, quizá algo anterior.
En cuanto a la finalidad, es difícil aventurar una hipótesis definitiva, salvo la que considera a la zona como un espacio sagrado o especial delimitado por rocas con cazoletas, como queriendo destacar la importancia de la roca principal, el altar rupestre con un sistema de cubetas en el que se realizaría algún tipo de ritual prehistórico.

Y todo esto (y algo más, que expondré en futuras entradas) lo ha encontrado Mark, por pura afición y cariño a una tierra que ya es la suya.