martes, 19 de abril de 2011

EL CASTRO DE PEDREDO

Situado a la izquierda de la carretera LE-142 (Km. 12 desde Astorga), y justo antes de entrar en el pueblo de Pedredo se eleva La Corona y Castro de Pedredo, una imponente fortaleza que esconde un tesoro enterrado y un enigma del que luego hablaremos.

Un castro es una fortaleza prerromana, y una corona es un poblado minero relacionado con las explotaciones de oro romanas. La razón de que a esta fortaleza se le llame de las dos maneras es que fue primero un castro astur defendido por un foso perimetral, y que posteriormente fue reutilizado como poblado minero en época romana.


Nada se sabe de los motivos por los que se desmontó el antiguo asentamiento prerromano y se transformó en un humilde poblado minero, con casas sin chimenea habitadas por verdaderas almas en pena.
A parte de la mala suerte de estar situados encima de una mina de oro, sospecho que los astures se defendieron bravamente sobre sus murallas de los ataques romanos, y que una vez que sucumbieron fueron forzados a trabajar en las explotaciones auríferas. Creo que si hubieran colaborado ofreciendo su amistad a Roma hubieran sido cuando menos respetados, pues es de sobra conocida la habilidad de los romanos para ganar aliados en las filas enemigas. Es razonable pensar que una ciudad amiga no puede ser castigada de esa manera, por lo que la teoría del castro resistiendo hasta el sometimiento final parece la más verosímil.
Quizá si hubiera un estudio riguroso se podrían encontrar las evidencias de esa guerra, pero a día de hoy no hay apenas documentación sobre el tema.


El castro visto desde la carretera


En la página del Ayuntamiento de Santa Colomba De Somoza se dice que en 1962 se realizó una pequeña excavación "con motivo de la preparación de una tesis doctoral se realizaron unas catas en la cara oeste, apareciendo cimientos rectangulares sobre otros circulares, una fíbula, un molino de mano en perfecto estado y multitud de otros objetos"
También citan como curiosidad que en siglo XVII " un sacerdote de Turienzo pidió permiso para realizar excavaciones en busca de un tesoro y entre los lugares mencionados se cita La corona de Pedredo"


Hitos de piedras en el alto del castro

Tiene una superficie de 1.3 ha, con unas medidas de 160 m x 123m, aunque en la zona norte se alternan tres terrazas de ocupación extramuros. Estas ampliaciones para dar cabida a más población, demuestran que la cantidad de oro que rendía la mina fue más que rentable para las arcas del imperio romano.
En la zona sur de la misma fortaleza se encuentra un circo de explotación que se extiende hacia el río Turienzo dejando a su paso las murias o amontonamientos de cantos rodados estériles, tan abundantes que han dado nombre a la población cercana de Murias de Pedredo. Extendiéndose en esa misma dirección, se encuentra todo el sistema de explotación aurífera, distinguiéndose perfectamente en la actualidad los canales de lavado y decantación y las piscinas o depósitos de acumulación del agua necesaria para las labores mineras.



Vista general del castro y de las explotaciones auríferas


El verdadero tesoro es la historia que se esconde bajo el suelo de la atalaya, la luz que podría aportar al conocimiento de la población indígena previa a la conquista romana y a la de los siglos posteriores. Y la riqueza que podría suponer para una zona tan deprimida, si fuera estudiado y puesto en valor para un turismo rural cada vez más exigente en cuanto a lo que se le ofrece (si alguien duda esto, que se pase por las localidades cercanas al castro de Santa Tecla en Pontevedra)

El enigma del que hablaba al principio es que no acierto a comprender como es posible que un yacimiento de este tipo, que costituye un sueño para todo arqueólogo, situado a diez minutos de Astorga y que podría revitalizar la oferta cultural de una comarca tan necesitada de ayuda, permanezca en este estado de abandono.
Como dice un buen amigo, si ahora mirásemos a ciertos políticos los veríamos a lo lejos, como bultos sospechosos que se ponen de perfil, disimulando al sentirse observados. Pero también nosotros tenemos nuestra culpa, porque ningún colectivo, ayuntamiento o junta vecinal ha solicitado en ningún momento a la Administración las actuaciones oportunas. Se prefiere emplear el dinero en arreglar caminos que ya no van a ningún lado.
Y el que quiera ver castros, que se vaya a Galicia...