sábado, 24 de septiembre de 2016

CAZOLETAS EN LA CASA DE VULCANO

Hace varios años recibí el aviso de un buen amigo indicándome la existencia de una piedra con cazoletas situada en un edificio de la localidad de Posada de la Valduerna. En aquellos momentos estaba enfrascado en una intensa búsqueda de petroglifos en las rocas de la provincia, y me pareció que una piedra reutilizada podía esperar a ser analizada. El ritmo al que se sucedían los descubrimientos fue haciéndome olvidar aquella pista, hasta que a principios de este verano otro amigo volvió a recordármelo. Me enseñó una foto de la piedra en su teléfono móvil y en ese momento supe que me había equivocado al dejar para más tarde la intención de visitar el lugar. Así que este fin de semana puse remedio a mi error y me acerqué a conocer de primera mano aquello tan prometedor que se veía en la pequeña foto que me mostraron.
Me desplacé a Posada y Torre de la Valduerna , concretamente al Museo de la Herrería, donde se localiza la roca incrustada en la pared exterior de piedra  que sujeta una verja de hierro realizada "a puro fuego y remaches, sin una sola soldadura", como me explicaron los propietarios del museo.


El Museo de la Herrería en Posada de la Valduerna

El Museo de la Herrería se encuentra ubicado en la antigua fragua del señor José Martínez, la persona que la puso en marcha hace muchos años y que se ha salvado de la ruina de los años gracias a la voluntad de su hija Paquita Martínez y el marido de esta, D. Antonio García. Jubilados los dos, han rehabilitado con sus propias manos el edificio, fabricando incluso adobes para que la restauración fuera lo más fidedigna posible, hasta conseguir que las chispas volvieran a  centellear en la vieja fragua. Con mucha pasión y sin ninguna ayuda han creado un lugar didáctico donde se recuerda el oficio de Vulcano y los antiguos aperos de labranza que allí se construían y reparaban.
Hace cuatro años Paquita Martínez encontró semienterrada una curiosa piedra de cuarcita y le pareció que quedaría muy bien en la pared exterior del museo que su marido estaba construyendo para sujetar la verja de forja artesanal. Cuando estuvo colocada, leyeron noticias de que estaban apareciendo varios petroglifos en la provincia y comprendieron que quizá aquellas oquedades labradas en la piedra podían ser cazoletas prehistóricas.


Doña Paquita mostrando la losa con cazoletas

La losa tiene unas dimensiones aproximadas de 0,80 x 100 cm. La cara colocada al exterior de la calle contiene unas 128 cazoletas, de la cuales 16 son de forma oval. También hay al menos media docena de surcos. Un panel muy interesante sin ninguna duda.


Cara exterior de la losa donde se localizan mayor cantidad de grabados.

La cazoletas ovales son al menos el doble de profundas que las cazoletas simples. Unas tienen una forma elíptica casi perfecta, mientras que otras son producto de la unión de dos o tres cazoletas más pequeñas. Los surcos son también muy profundos y presentan la mismas características que las oquedades ovales, es decir, unos son surcos "puros" y otros son producto de la unión de varias cazoletas. La técnica utilizada parece ser el piqueteado para las cazoletas simples, mientras que las ovales presentan una superficie muy pulida y pudieron ser realizadas por abrasión.

La cara opuesta colocada hacia el interior del patio del museo contiene también cerca de un centenar de cazoletas de tamaño más pequeño. Hay dos cazoletas unidas y no se observan surcos ni grabados ovales. El hecho de que la laja presente las dos caras decoradas sugiere que pudo estar colocada verticalmente. Son interesantes también las diferencias de forma y tamaño de las dos caras de la losa. Las técnicas son similares, lo que sugiere que todos los grabados son coetaneos.




Cara situada al interior del patio del museo. Nótese las cazoletas semi-tapadas por la piedra vertical.


El contexto histórico de los grabados se ha perdido para siempre como suele suceder con la mayoría de las piedras reutilizadas, pues aunque doña Paquita recuerda haber encontrado la losa cerca del río Duerna a su paso por el pueblo es muy posible que este no sea su lugar original, pues la zona en la que apareció fue utilizada en el pasado para depositar escombros procedentes de los derribos de las antiguas casas del pueblo.
La labor que realiza esta familia manteniendo vivo el espíritu de la vieja fragua es encomiable, dedicando su tiempo y esfuerzos a enseñar el museo a todo aquel que lo solicite sin animo de lucro alguno. Doña Paquita me confesó que se sentía un poco sola en esa labor y que no recibe ningún tipo de ayuda. Hace años que solicito que su fragua- museo fuera incluida en la Red de Museos de la provincia para que este espacio didáctico fuese mas conocido y visitado. No sabe si eso será posible o no, porque han pasado los años y nadie le ha contestado.
Aunque el emplazamiento actual quizá no sea el más indicado debemos felicitarnos, porque si estos grabados no hubieran sido rescatados se habrían perdido para siempre bajo los aportes sucesivos de más escombros. Es posible también que el Museo de la Herrería incremente las visitas gracias a estos grabados, y que Paquita no esté tan sola en su labor como le parece. A veces creemos que hemos descubierto algo, y sin embargo somos nosotros los encontrados.