viernes, 27 de marzo de 2009

PARADOJA : LUZ GRACIAS A LA SOMBRA

José Luis Galobart ha realizado un importante descubrimiento en las tierras gallegas. Primero en los petroglifos de Mogor y después en los de "a Laxe das Rodas" ( la roca de las ruedas) en Sacos - Campo Lameiro.
Se ha percatado de un curioso fenómeno relacionado con la sombra proyectada en el equinoccio de primavera y las abundantes formas circulares de las rocas.
Fijaros en en los centros de estas figuras unidas por la sombra:

Foto: José Luis Galovart

Pero hay mas. Fijaros en esta foto en la que la sombra conecta dos rocas alejadas varios metros


Foto José Luis Galovart

Si tenéis curiosidad por saber lo que hay en la roca mas alejada, os recomiendo que visitéis estos enlaces:

http://montetecla.blogspot.com/2009_03_01_archive.html#3995703856138372663

http://montetecla.blogspot.com/2009_03_01_archive.html#4324300149181310956

lunes, 23 de marzo de 2009

BIEN.... pero mal

El fin de semana pasado diversas excursiones visitaron Peñafadiel. Estaba preocupado por el comportamiento de mas de cincuenta personas rodeando los petroglifos y tengo que decir que al menos el grupo con los que coincidí ( llegue cuando ellos se marchaban) tuvo un comportamiento modélico. Apenas tocaron las rocas y cuando alguien lo hacía los demás le corregían de manera cortés diciendo " en ese cartel pone no tocar", provocando la risa de todos.
Fue la suya una visita a la japonesa, pues sólo vieron los petroglifos y salieron pitando para el autocar. Lolo Campano ( un vecino de Lucillo) se había acercado hasta allí con la misma preocupación que yo y nos quedamos a ver el atardecer. Le comenté mi extrañeza de que el grupo no hubiera subido a la Peñona. Me contestó que la persona que explicaba el tema les dijo que que no era importante y que "la albarda" y otras rocas seguramente eran piedras que habían traído los propios habitantes de Lucillo por que estorbarían en las calles... En fin, poco a poco se irán puliendo errores.




No sé si habéis reparado en una novedad: la Junta ha instalado dos carteles junto a las rocas. Los vi el día 20 ( equinoccio de primavera) y he esperado a ver la reacción de la gente para reafirmarme en mi primera impresión: NO ME GUSTAN.
Me explico: partimos de la base de que los petroglifos necesitan una aclaración de lo que se ve a simple vista(que ya es suficientemente complejo) pero sobre todo se necesita exponer y explicar las figuras que no se ven debido a la erosión. Sin embargo no hay fotos de las figuras ocultas( solo de las visibles a simple vista, siendo estas de pésima calidad y modificadas digitalmente para componer una figura errónea).
Además estos carteles confunden al visitante pues están mal orientados y el calco explicativo coloca a la izquierda las figuras que nosotros vemos a la derecha, la parte delantera es la de atrás...



El croquis central de los carteles pretende explicar la forma y situación de los petroglifos pero evidentemente no lo consiguen. Las figuras aparecen muy esquematizadas y no hacen justicia a las reales.
No quiero cebarme mucho con las críticas, pero si se comparan las fotos de Amando Casado con las del cartel se verá la diferencia. Parece que estemos viendo cosas distintas:





Considerando que el estudio de los petroglifos no se acabado todavía y que por lo tanto no se dispone de un calco real de las figuras, podemos decir que estos carteles son provisionales y que el tema no tiene mayor importancia.
Considerando que han tenido muchos meses para realizarlos, se podían haber esmerado un poco mas.
Lolo fue mas claro: " el personal no se aclara con los carteles".

martes, 17 de marzo de 2009

LUCILLO Y GRANUCILLO

Como ya he comentado en otras ocasiones, en la provincia de León apenas se conocen monumentos megalíticos. Esto se debe a que nadie se ha parado a hacer un estudio riguroso, con una búsqueda sistemática de estos restos en zonas faborables.Tampoco hay que irse muy lejos para encontrar estos restos, pues a escasos 50 KM. en linea recta desde Lucillo ( dos jornadas caminando) se encuentra un pueblo con un nombre muy parecido: Granucillo.
Enclavado en el valle de Vidriales zamorano y rodeado por multitud de yacimientos que van desde la época paleolítica hasta nuestros días, puede presumir de tener lo que en León tanto escasea: dos dolmenes.



Uno al norte, llamado de San Adrián y cerca de la ermita del mismo nombre. Excavado por el padre Moran en los años 30. Cuando lo visité el año pasado la maleza poblaba el túmulo y la cámara desluciendo el conjunto.

El otro dolmen se llama Las Peñezuelas y está situado al este del pueblo junto a un camino vecinal que conduce a las primeras casas. Conserva los ortostatos de la cámara y si originalmente tenía corredor, este fue destruido cuando se construyó el camino.



Me pregunté si por la zona habría cazoletas y ante la falta de tiempo opté por lo seguro, por lo que me acerqué a su iglesia.
En el atrio tapizado por piedras reutilizadas encontré las ya típicas cazoletas ( abajo en la sombra). También se observan otros símbolos " prehistóricos" con forma de escudo en la fachada principal.


Bordeando la iglesia localicé una decena más. En la siguiente foto, una lápida histórica soporta a otra posiblemente prehistórica con cazoletas y sobre ellas una pila de piedra reconvertida en jardinera





De la misma manera que las cazoletas están presentes en ambos territorios, tendríamos que encontrar también en la zona leonesa vestigios megalíticos como dolmenes y menhires. Es indudable que la relación cultural entre dos lugares tan próximos debió de ser intensa, incluso familiar.
La pregunta del millón es que ha pasado con esos vestigios, puede ser que existan o que no. Incluso puede ser que nadie se haya molestado en localizarlos.

jueves, 5 de marzo de 2009

ASI QUE PASEN CUATROCIENTOS AÑOS

Aquel primer jueves de Febrero del año de nuestro señor de 1609 había amanecido frío y gris.
Era día de cuentas, y el claustro de la catedral pronto se convirtió en un ir y venir de mayordomos, arcedianos, canónigos, tesoreros etc que iban siendo anunciados por el pertiguero, para despachar unos con el obispo, otros con el deán. Mientras tanto, acompañantes y escuderos esperaban a sus señores haciendo un corro de animada charla.

Toda esta algarabía se sumaba a las personas que cotidianamente habitaban la catedral, como los capellanes, clérigos y sacristanes. Los mendigos se habían apostado a buena hora en la puerta principal, sabedores que ese día las limosnas eran más abundantes

Bajo uno de los arcos, el organista y el maestro cantor esperaban a ser anunciados aunque sabían que serían de los últimos, ya que ellos no estaban allí para rendir cuentas sino para cobrar su salario . Se habían suspendido las clases de canto ese día, y los mozos del coro estaban con el maestro de gramática.

Para matar el tiempo, jugaban en uno de los alquerques que habían sido grabados con el paso de mas de cuarenta años, desde que Juan de Badajoz el Mozo terminase las obras del claustro.La primera partida la ganó el maestro cantor, justo cuando el perrero de la catedral protagonizó una divertida escena, persiguiendo a dos perros que se negaban a abandonar el templo y se habían hecho fuertes en el centro del claustro, avanzando o retrocediendo según se acercaba el hombre. El campanero en lo alto, se desternillaba de risa

La segunda partida fue para el organista, ahora con la ventaja de no mover primero, por la que la tercera y definitiva estaba siendo de lo mas reñida, cuando la voz del pertiguero resonó desde el otro lado del pilar: " maese Pérez, pase a despacho".
El maestro cantor recojió las fichas con una mueca de fastidio. Siempre llamaban al organista primero, y encima ahora que estaba a punto de ganarle ...


Cuatrocientos años después, un jueves de febrero que amaneció frío y gris la catedral estaba vacía. Mi hijo Juan me acompañó por las alas del claustro y le enseñé los alquerques que encontré en mi anterior visita.
En el mismo tablero de juego que utilizaron los maestros del coro y bajo el mismo arco que construyó en su día Juan de Badajoz otros dos Juanes, padre e hijo se retaron al mejor de tres juegos.





No hubo necesidad de tercera partida, pues Juan (hijo) sin mostrar clemencia ni respeto alguno, le ganó las dos primeras a su pobre y anciano padre.

Cría cuervos...

lunes, 2 de marzo de 2009

UCEDO

Ucedo es un pueblo cepedano situado en un valle tranquilo a las faldas del Alto de Monfarnoso, donde alguien escribió el nombre del pueblo sobre la vegetación que cubre su ladera



El nombre del pueblo proviene de un arbusto que puebla las laderas de estas tierras pizarrosas: el brezo o como aquí lo llamamos, "urz" o “urce”.
Es la misma planta que los romanos usaron para filtrar las arenas auríferas y captar el oro, la misma cuyo polen proporciona a la miel un exquisito sabor, la misma que proporciona con sus raíces (que aquí llamamos cepos) un extraordinario combustible con un poder calorífico similar al del carbón. Por cierto, “ ir a cavar cepos al monte” era considerado como una de las labores mas duras.
Fue un placer acompañar a José María por los lugares de pasto que el frecuentó de pequeño, cuando cuidaba el ganado de sus padres. Recordó que había visto una roca con “cazuelines” y no duramos mucho en descubrirla entre la maleza:




Dicha roca presenta al menos seis cazoletas de un diámetro ligeramente superior a la media, pareciendo formar dos líneas semicirculares de tres cazoletas cada una. Junto a ellas, hay grabados varios signos de figuras rectilíneas que pueden parecerse a números de una cifra, pero creo que no lo son.
José María recordó también que en la roca había un rebaje que conformaba una silueta que siempre le había parecido la figura de un animal. Con un poco de imaginación la figura parece surgir de la roca.





El paraje en cuestión está formado por un terreno pizarroso que se erosiona mas en las capas mas blandas, formando numerosos abrigos naturales empleados desde siempre por los pastores.



Algunas rocas parecen sobrecoger cuando las miras. Aparentemente no poseen elementos claramente prehistóricos (incluso es posible que lo que veamos sea producto de la erosión), pero la suma de muchas pequeñas cosas hace que muestre respeto a determinadas rocas, incluso sin saber por qué. Algo tendrán…






Saludos