jueves, 5 de marzo de 2009

ASI QUE PASEN CUATROCIENTOS AÑOS

Aquel primer jueves de Febrero del año de nuestro señor de 1609 había amanecido frío y gris.
Era día de cuentas, y el claustro de la catedral pronto se convirtió en un ir y venir de mayordomos, arcedianos, canónigos, tesoreros etc que iban siendo anunciados por el pertiguero, para despachar unos con el obispo, otros con el deán. Mientras tanto, acompañantes y escuderos esperaban a sus señores haciendo un corro de animada charla.

Toda esta algarabía se sumaba a las personas que cotidianamente habitaban la catedral, como los capellanes, clérigos y sacristanes. Los mendigos se habían apostado a buena hora en la puerta principal, sabedores que ese día las limosnas eran más abundantes

Bajo uno de los arcos, el organista y el maestro cantor esperaban a ser anunciados aunque sabían que serían de los últimos, ya que ellos no estaban allí para rendir cuentas sino para cobrar su salario . Se habían suspendido las clases de canto ese día, y los mozos del coro estaban con el maestro de gramática.

Para matar el tiempo, jugaban en uno de los alquerques que habían sido grabados con el paso de mas de cuarenta años, desde que Juan de Badajoz el Mozo terminase las obras del claustro.La primera partida la ganó el maestro cantor, justo cuando el perrero de la catedral protagonizó una divertida escena, persiguiendo a dos perros que se negaban a abandonar el templo y se habían hecho fuertes en el centro del claustro, avanzando o retrocediendo según se acercaba el hombre. El campanero en lo alto, se desternillaba de risa

La segunda partida fue para el organista, ahora con la ventaja de no mover primero, por la que la tercera y definitiva estaba siendo de lo mas reñida, cuando la voz del pertiguero resonó desde el otro lado del pilar: " maese Pérez, pase a despacho".
El maestro cantor recojió las fichas con una mueca de fastidio. Siempre llamaban al organista primero, y encima ahora que estaba a punto de ganarle ...


Cuatrocientos años después, un jueves de febrero que amaneció frío y gris la catedral estaba vacía. Mi hijo Juan me acompañó por las alas del claustro y le enseñé los alquerques que encontré en mi anterior visita.
En el mismo tablero de juego que utilizaron los maestros del coro y bajo el mismo arco que construyó en su día Juan de Badajoz otros dos Juanes, padre e hijo se retaron al mejor de tres juegos.





No hubo necesidad de tercera partida, pues Juan (hijo) sin mostrar clemencia ni respeto alguno, le ganó las dos primeras a su pobre y anciano padre.

Cría cuervos...

2 comentarios:

Xabres da Teixeira dijo...

Enhorabuena por el blog. Hace bastante que entro en él, y creo que es muy interesante.
Por lo de tu hijo no te preocupes, creo que todos sufrimos los mismo.
Nos quieren ganar en todo, y lo malo es que seguramente lo pueden hacer.
Saludos.

Juan Carlos Campos dijo...

Gracias Xabres.
Recuerdo que cuando consultaba hace tiempo en Celtiberia información sobre cazoletas, petroglifos y castros encontré varios artículos con fotos firmados por "Xabres" que me ayudaron bastante.
Seguro que eras tú y por eso me hace especial ilusión que te guste el blog
Gracias otra vez