jueves, 28 de mayo de 2015

LOS GRABADOS PROTOHISTÓRICOS DEL CASTRO COLORADO


Con esta primera entrega pretendo dar a conocer esta estación rupestre, que seguramente os sorprenderá como me ha pasado a mí.
Hace ya una buena temporada descubrí unos grabados en la ladera de un castro prerromano cercano a Astorga, en la localidad de Cuevas de la Sequeda, y que pertenece a su vez al ayuntamiento de ValderreyHe utilizado la palabra "grabados" en vez de "petroglifos" porque este tipo de arte rupestre no se puede encuadrar en época prehistórica. Son mas "modernos", aunque eso no quiere decir que sean menos importantes. Los petroglifos milenarios ya forman parte de nuestro acervo cultural, pero apenas conocemos en la provincia de León manisfestaciones de arte rupestre de época protohistórica. Y estos también son milenarios, si vamos al caso... 
 Castro Colorado o Castro Encarnado (se le puede llamar de las dos maneras) es el nombre de la fortaleza, y da nombre a su vez a todo el paraje cercano formado por crestones de pizarra y cuarcita que el río Turienzo sortea como puede, disminuyendo su velocidad como si quisiera saborear el tramo final de su recorrido, para llegar en apenas un par de km al puente de Valimbre y acabar entregando sus aguas al río Tuerto.  
Los grabados están realizados en una roca de cuarcita esquistosa, algunos poco marcados  y otros cubiertos por los líquenes, por lo que es complicado apreciar sus formas sin una buena luz rasante. Además están situados a ras de suelo en una superficie inclinada y es muy fácil pisarlos sin darse cuenta.  Aunque no facilitaré aquí su ubicación exacta para preservar la estación rupestre, he comunicado como es preceptivo  el hallazgo a las autoridades de Patrimonio y ellos disponen de información detallada y coordenadas exactas.



                                                           El Castro Colorado

Las figuras de esta estación rupestre se encuentran situadas en la parte mas inclinada del castro, apartadas de las zonas llanas en las que un día se construyeron las cabañas. El asentamiento está situado en el área de influencia de lo que fue Astúrica Augusta, y su suerte fue paralela a la de la antigua ciudad romana, ya que aunque el castro indígena fue romanizado a principios de nuestra era, la cronología de las monedas encontradas en este lugar demuestran que dejó de ser habitado en el ocaso del Imperio Romano en el s IV (Mangas, Celis, 1986). A partir de esa fecha el antiguo castro pasa a ser un despoblado, frecuentado solamente por pastores y la gente del lugar. 
Como consecuencia de esto, se observa una gran concentración de grabados de diferentes épocas, sobre todo en los mejores lugares del panel. Se distinguen al menos tres fases de ejecución, pues en algunos casos las firmas de pastores se superponen a cruces medievales de todo tipo, y a su vez, debajo de estas, podemos descubrir figuras antropomorfas que bien pudieran ser obra de los primeros habitantes del castro, y para situarnos, el castro que nos ocupa está considerado por los investigadores "de origen prerromano y astur" (Mangas, Celis 1986) .





                          En rojo, figuras antropomorfas y reticulados infrapuestos a grabados más modernos

 Los símbolos representados en este lugar dan fe de las distintas épocas en las que fueron grabados. Los más cercanos a nosotros son las firmas de pastores y algunas fechas de época contemporánea. Hay otro gran grupo que podemos considerar de época medieval, formado principalmente por cruciformes. Se pueden distinguir cruces con peana, simples y compuestas, además de unos curiosos signos ballestiformes que subiré en próximas entregas.






Por último, hay otro grupo muy interesante cuya temática es totalmente diferente a los anteriores, formado por figuras antropomorfas orantes. Aunque este tipo de figuras  si aparecen en las pinturas de los abrigos rupestres de la provincia (Librán, Sésamo etc), los antropomorfos orantes grabados en las rocas son casi inéditos en el noroeste peninsular.




Pintura rupestre en Peña Piñera (Foto Feliciano Cadierno)

 Algunos de los antropomorfos del Castro Colorado aparecen agrupados, como formando una escena. Los otros (salvo una pareja) están aislados y sin conexión entre sí. La mayoría tienen representado el falo, y están en actitud orante (con los dos brazos levantados por encima de la cabeza). Al menos uno de ellos parece portar lo que podría ser interpretado como un cetro con una rara curvatura o incluso una lanza y un escudo.












Figuras antropomorfas aisladas del Castro Colorado


La zona más espectacular de la estación rupestre está constituida sin ninguna duda por una acumulación de 7 figuras antropomorfas en actitud orante. Media docena de siluetas están agrupadas en un plano inferior, mientras que en el plano superior y separada de ellas aparece otra figura humana representada con los brazos extendidos a la altura de los hombros. La posición de esta figura (en el vértice superior, en solitario y más grácilmente grabada que las demás) parece concederle el papel principal. La escena bien podría representar un grupo de personas adorando a una divinidad o aclamando a un líder. Hay otras posibles interpretaciones, como pueden ser algún tipo de danza, una escena funeraria etc. En todo caso el carácter narrativo de la composición es evidente, y aunque solo estén grabadas las siluetas, cuanto más las miro más mi cerebro se inclina a interpretar que las figuras inferiores están de espalda, mirando al antropomorfo superior que los contempla a ellos en posición frontal.  






 Por otro lado, se observa claramente  una cruz con peana triangular a la derecha de los tres antropomorfos centrales, y esto quizá podría dar lugar a una interpretación de la escena en clave paleocristiana. No sería un tema menor estar ante una de las primeras representaciones de temática cristiana (la adoración a la Cruz o una hipotética Ascensión etc), pero creo que no es el caso.
 Mi opinión es que el cruciforme pudo ser grabado en una época posterior. El tamaño no está proporcionado con la altura de las figuras, y la vertical con respecto al plano de las mismas tampoco concuerda.  Los surcos de la cruz son más anchos, los piqueteados son distintos y los círculos que rematan los brazos del cruciforme a modo de pequeñas cazoletas están resueltos de distinta manera que los círculos de las cabezas humanas.
Los antropomorfos son muy esquemáticos, algunos parecen "desnudos", mientras que otros presentan una especie de "falda" o túnica. Todos tienen representado el falo, en ocasiones tan largo como las piernas, y todos esos detalles  no me cuadran nada en una supuesta representación cristiana de adoración a la Cruz. No parece una escena "muy católica"...





Sin embargo, si eliminamos la cruz atrasando su cronología, la figura principal cobra otra vez especial importancia, situada en el vértice superior de una escena triangular cuya base la forman las figuras inferiores, que a su vez parecen dirigir sus gestos hacia arriba. El antropomorfo superior es un poco más grande que los otros, con las extremidades más largas y gráciles. Los brazos a media altura, como en actitud de "recibir". Al final de las piernas dos trazos en forma de ángulo invertido representan unos pies que más bien parecen pinzas. Aunque un poco más proporcionado, también tiene representado el falo. Sobre su brazo derecho parece flotar una pequeña cazoleta, y aunque esta podría ser natural por su forma irregular, se integra perfectamente con la figura.


Figura superior y principal de la escena


ARTE RUPESTRE DE LA EDAD DEL HIERRO

La arqueología oficial en España ha estado siempre más centrada en el arte rupestre del Paleolítico y ha desdeñado con frecuencia los grabados que no son prehistóricos, clasificando estos en grupos tan ambiguos como "grabados post-paleolíticos", "medievales", "pastoriles" etc. Sin embargo poco a poco ha ido surgiendo una visión diferente, tratando de poner orden en esos signos grabados en las rocas que no son paleolíticos ni prehistóricos, pero que abarcan un periodo superior a los dos milenios. Un puñado de especialistas (M.Almagro, Mª Carmen Sevillano, Ignacio Royo Guillén etc.)  han dedicado sus esfuerzos a catalogar diversas estaciones rupestres que por la temática de los símbolos o por el contexto claramente protohistórico de los mismos, se han podido agrupar como pertenecientes a las culturas de la Edad del Hierro.
Gracias a los trabajos publicados por estos especialistas, sabemos que estas representaciones con figuras humanas en actitud orante son muy escasas en el noroeste peninsular, pero tienen paralelos casi idénticos en otros lugares de España, como por ejemplo los grabados de la Sierra de Guadarrama o los de Mas de n´Olives en Lleida.
 Os pongo una fotografía de estos últimos cortesía de Ignacio Royo Guillén, uno de los mayores especialistas como ya dije antes en el arte rupestre de la Edad del Hierro, con quien he tenido el placer de presentar un trabajo conjunto sobre estos grabados en el congreso De artis rupestris celebrado en en noviembre del pasado año en Castellón (para el verano se publicarán las actas del congreso y se podrá consultar el trabajo en internet). Le agradeceré siempre su reconocimiento, su ayuda desinteresada y el impulso- empujón que me animó a divulgar estos vestigios. En su libro "El Arte Rupestre de la Edad del Hierro en la penísula ibérica" se pueden encontrar más ejemplos. Los paralelos en Europa también son abundantes, destacando los situados en los Alpes franceses (Valle de las Maravillas) y especialmente la zona italiana en Valcamónica. 





Calco general de los grabados antropomorfos orantes de Mas de n´Olives, situados cronológicamente  en la Edad del Hierro y con escenas similares a las del Castro Encarnado. Según  Diez- Coronel (foto Ignacio Royo)


Cierto es que sin un estudio detallado de todo el panel es complicado asegurar sin ninguna duda la cronología que proponemos para las figuras antropomorfas, pero mi condición de aficionado no me permite ir mas allá de las fotos nocturnas y de la mucha paciencia para localizar las mejores condiciones de luz. La limpieza, planimetría, catalogación y estudios deben ser realizados por profesionales del sector y encargados por las autoridades de Patrimonio.
 En todo caso, las coincidencias en cuanto al contexto (situados en un castro prerromano astur), el estilo e iconografía (coincidentes con otras manifestaciones artísticas de de Edad Del Hierro) parecen indicar que la opción más sencilla  puede ser la verdadera, por arriesgada que esta parezca. La representación de antropomorfos de manera esquemática y en particular la agrupación de figuras en actitud orante ha sido documentada en yacimientos prehistóricos y protohistóricos, siendo interpretada por los especialistas como una probable conexión con el mundo espiritual y funerario, además de las evidentes referencias a la actitud orante- danzante de las figuras. 




Estos grabados pueden ser un tesoro cultural tallado en la roca por aquellas gentes a las que hoy llamamos astures. Poco importa si fueron los primeros habitantes del castro en la Edad del Hierro o fueron sus descendientes a principios de nuestra era, ya bajo el yugo romano. 
 Estamos por consiguiente ante una manifestación artística prácticamente inédita en la provincia leonesa, que nos acerca al universo simbólico de las comunidades astures y las pone en relación directa (con algunos paralelos casi exactos) con otras culturas contemporáneas como pueden ser las de la Meseta central o los pueblos íberos del valle del Ebro. 
De aquellos primitivos habitantes castreños apenas conocemos hoy unos pocos símbolos conservados en las decoraciones de cerámicas y en algunos bronces (figuras geométricas, algún trisquel y poco más), A algunos les pueden parecer simples monigotes sin mayor importancia, pero un observador inteligente verá en estos grabados la huella de las diversas culturas que poblaron estas tierras durante los últimos dos milenios.  
 Por eso espero que las autoridades patrimoniales sepan valorar la singularidad e importancia de estos vestigios.

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