En uno de los paneles informativos colocados en Peñafadiel se hace referencia a otras rocas con cazoletas de la provincia de León, como la situada en Quintana y Congosto.
Un vecino del pueblo recordó una roca en la que jugaba cuando era pequeño (un afloramiento de cuarcita con forma de pequeño refugio cercano al río Jamuz), y aunque la zona era ya conocida por muchos, fue él el primero en relacionar los hoyuelos que la decoran con cazoletas prehistóricas.
La noticia fue publicada por el Diario de León a finales de 2009:
No se trata de un descubrimiento en sentido literal, ya que en el municipio de Quintana y Congosto se conoce desde hace mucho tiempo la existencia de esta roca, aunque nunca se había establecido una relación entre las múltiples cazoletas que muestra y la arqueología: las concavidades que muestra una roca en el municipio y su disposición hacen pensar en que sea posible que se trate de petroglifos.
La conexión la estableció un vecino del municipio, Cayetano García. Conocedor de la situación de la curiosa piedra, una superficie horizontal, por tratarse de un lugar de juegos de su infancia. García había mostrado la piedra hace años a miembros del ya desaparecido Instituto Comarcal de Estudios Bañezanos, que sólo pudieron confirmar lo curioso de los hoyuelos de la roca. Posteriormente, han sido los descubrimientos de petroglifos realizados en la comarca de la Maragatería, publicados en este periódico, lo que permitió a Cayetano García pensar en que la de Quintana y Congosto fue otra muestra de esta antigua representación pétrea.
«Quizá no sea nada», señaló, escepticismo que pareció acentuarse una vez en el lugar. Sin embargo, cualquier observador señalaría que los agujeros nos son fruto de la casualidad ni de la erosión....
Recuerdo que la primera impresión que me causó fue la de asombro, pues es la estación rupestre con más cazoletas de toda la provincia.
Varios cientos de cazoletas de tamaño variado decoran su superficie como si el horror vacui hubiera adelantado su llegada a la historia de arte. De nuevo surgen preguntas al contemplar el panel "escrito" en un idioma desconocido:
¿ Porqué tallar más y más cazoletas cuando ya hay cientos?
¿Porqué a pesar de estar los símbolos tan juntos ninguno invade o destruye a otros?
La situacion de la roca con cazoletas, en medio de una ladera por la que no pasa ninguna senda o camino y a escasa altura del suelo la descartan como marcador de territorio.
Mi teoría (para este caso concreto) situa la roca como centro de remotos cultos y rituales prehistóricos. Cada inscultura representaría un tributo a la divinidad, pero de manera individual para cada ocasión.
Un paralelo actual serían las mesas con velas situadadas en las catedrales. Cada vela encendida representa la plegaria de alguien en particular, expresando un deseo o agradeciendo la concesión del mismo. El creyente enciende su vela y no apaga la de los demás. Todas las velas encendidas ponen de manifiesto la existencia de un culto general a determinada divinidad, pero ese culto o ritual está constituido por rogativas particulares y específicas de cada individuo.
Este ejemplo puede hacerse extensivo también a cada una de las piedras que los peregrinos de Santiago depositan en la Cruz de Ferro. Todos sabemos que este sencillo monumento ni es tan sencillo, ni está construido con piedras "normales", pues cada una de ellas tiene una historia que contar.
Por último habría que destacar la ausencia de surcos o canalillos y de otras figuras tan comunes en los petroglifos de tipo atlático como círculos, zoomorfos etc, lo que le da una apriencia más primitiva y básica, sin evolución. O lo que es lo mismo: parecen más antiguos.
Mi enhorabuena a Cayetano García.
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