viernes, 6 de noviembre de 2020

ARCAS Y MARCAS TÉRMINO EN MARAGATERIA

 En la comarca maragata las demarcaciones territoriales para delimitar municipios, montes, zonas de pastos etc. están señaladas por elementos de piedra repartidos por el paisaje, colocados lo suficientemente cerca unos de otros para que, en la medida de lo posible, desde cada posición se pudiera conectar visualmente el punto anterior y el posterior, originándose una línea imaginaria al unir cada uno de los hitos. Aunque los términos empleados en los documentos suelen ser sinónimos (arca, hito, término, mojón), en Maragatería parece diferenciarse el marcador importante con el nombre de “arca”, mientras que otros marcadores de menor entidad se denominan “mojones”, como se desprende de las anotaciones en el apeo de 1904 entre Lucillo y Filiel:Y unas y otras partes acordamos y ordenamos en poner mojones entre arcas que estaban muy distantes...”

La forma y composición de esas arcas varía en cada territorio, dependiendo de la propia particularidad geológica de la zona en cuestión. Así, los límites entre municipios grandes solían estar señalados por bloques prismáticos de cuarcita colocados verticalmente en el terreno, llamadas  popularmente “piedras fincadas”, mientras que otras fronteras más humildes como son las que delimitan los terrenos de pastos entre pequeños municipios eran marcados con piedras más pequeñas que se encontraban en la zona. Otras veces, la abundancia de cantos de cuarzo lechoso (que en Maragatería se denominan Geijos) servía para hacer amontonamientos de este mineral y construir mojones con un espectacular y muy visible color blanco. Además, se ha de resaltar la costumbre observada en la Somoza Maragata de señalar determinados afloramientos con marcas que se hacían con instrumentos metálicos (una azada o similar), renovándose cada vez que se realizaba un nuevo apeo, de tal manera que se eliminaba el musgo sobre el surco anterior y se profundizaba un poco más cada vez.

LOS DOCUMENTOS

Los documentos que se conservan en todos los municipios dan testimonio de un  procedimiento que se seguía con toda solemnidad, y en ellos se enumeran los nombres de los participantes, que solían ser un regidor decano, escribanos, peritos y un buen número de testigos. Todos ellos recorrían la zona divisoria reconociendo cada uno de los términos, apilando piedras en unos, librando de maleza a los otros, profundizando las  marcas en las rocas etc. 

Al finalizar el apeo, se firmaba un documento y se elaboraban las copias necesarias para que fuesen custodiadas por las partes. Los  manuscritos se guardaban en arcas o baúles de madera que a su vez tenían varios candados o cerraduras. Estos archivos no podían estar expuestos al público, sino que permanecían cerrados,  fijándose un protocolo específico para poder abrirlos. En el arca de madera que contiene estos documentos en el Ayuntamiento de Lucillo, se puede leer la siguiente advertencia: 

“Este archivo no se abra sin estar presentes dos o tres hombres, por la causa de que no falte ningún papel. Tenga una llave el fiel de fechos y otra el regidor decano. Así fue dispuesto y mandado  por este concejo, con la pena al que al contrario hiciese pague un ducado de multa. Firmado por el señor regidor Lorenzo Rodera en 1822”





Arca de madera y documentos de los apeos que se custodian en el ayuntamiento de Lucillo

Varios de estos documentos que se conservan en este arca del Ayuntamiento de Lucillo  van a servir para extraer algunos conocimientos  sobre la forma de estos marcadores territoriales en la Somoza maragata, que podemos clasificar de la siguiente manera:


PIEDRAS FINCADAS

Como ya expusimos al principio, los materiales predominantes de la zona son los que se van a emplear para las marcas divisorias. Cuando se trata de arcas importantes que dividen dos o más municipios, el material empleado es mayoritariamente las lajas de cuarcita armoricana que pueblan la comarca maragata. Su tamaño oscila desde los 80cm hasta el 1.2 m en la parte visible, a lo que habría que sumar un tercio más que permanece enterrada. Su gran dureza es la causante de que apenas se encuentren grabados en ellas como cruces, letras etc. Una excepción la encontramos en una piedra fincada colocada cerca de Santa Catalina de Somoza, que tiene dos cruces latinas  grabadas en las caras más anchas. Esta importante arca, que  señala la divisoria de tres municipios (Santa Colomba de Somoza, Val de San Lorenzo y Astorga), fue sustraída por un particular a principios de 2018. Por suerte, una serie de casualidades permitieron a la Guardia Civil recuperarla, y hoy se alza otra vez en su lugar original. 



Arca fincada con dos cruces grabadas. Santa Catalina de Somoza


MOJONES

Repartidos por el paisaje de la Somoza maragata se observan otro tipo de marcadores que también  se citan en los libros de apeos como los conservados en el Ayuntamiento de Lucillo.  Estos mojones pueden ser de varios tipos dependiendo de la geología de la zona, el tamaño y la composición de los mismos. Podemos diferenciarlos atendiendo a las descripciones, que enumeran piedras más pequeñas que las arcas importantes, y otros incluso más sencillos: “... llegamos a la “Mata de Pradoveso”, cuya arca se reconoció con porción de tierra y cantos, quedando alta y reconocida sin contradicción alguna.”

Las cuarcitas de color marrón son utilizados para otros mojones por ser los únicos disponibles en esa zona: ... y a un tiro de honda del anterior, pasamos al de “Candevaián”, y lo renovaroncon piedras pardas y cavaron alredor de forma que quedaron bien conocidas, y de ser así nosotros los escribanos damos fe”

En otras ocasiones se emplean los abundantes cantos de cuarzo lechoso (geijos) que constituyen un excelente marcador al destacar el níveo color blanco sobre el paisaje de tierras y vegetación oscura: “...Y deste otro sitio pasaron los dichos dos concejos al término de las Torrecillas, y lo levantaron de geijos blancos y cavaron alredor de forma que quedó bien alto y reconocido a gusto de todos ambos concejos y ante nosotros los escribanos”  





Diversos mojones o amontonamientos de "geijos" en la Somoza maragata



 AFLORAMIENTOS Y ROCAS SINGULARES

Algunas arcas están situadas en elementos del paisaje fácilmente reconocibles, y en esas ocasiones no hace falta marca alguna: “...y de este sitio los dichos concejos de Boisan y Lucillo  pasaron a otro término que está en una peña, distante a dos tiros de honda a la izquierda (...) y no le hicieron seña por ser bien grande y conocida, y los escribanos damos fe según se nos pidió por los dos concejos”.

 Un ejemplo de un arca situada en un  afloramiento  singular es un rebaje natural de la roca en el arroyo de Valdemedian, llamada “El Arca de la Ferrada”. El nombre es consecuencia de la forma de herradura de la hendidura, que tiene unos 80 cm de ancho y 90 cm de profundidad, y que se sitúa en una poza del reguero que suele conservar un poco de agua incluso en el verano cuando se seca el cauce. Se da la circunstancia que  este lugar además de funcionar como arca, es el lugar de reunión elegido por los concejos de Lucillo y Villalibre para comenzar y finalizar los apeos de la zona, como si fuese un lugar neutral respetado y reconocido por los dos concejos.


Afloramiento singular. "La Poza de la Ferrada", entre Lucillo y Villalibre de Somoza


 ROCAS CON FARPAS

Por último, vamos a estudiar otro grupo de arcas que contienen algunas marcas grabadas y destacan por tanto de las demás. Se sitúan sobre pequeños afloramiento de pizarra que por las características y poca dureza de la roca, permiten grabar alguna marca sin mucha dificultad, al contrario que ocurre en las rocas y afloramientos de cuarcita.

 Un tipo de marcas son los surcos llamados “farpas” (derivado del antiguo farpar, que significa arañar), que se suelen agrupar en número de tres o cuatro surcos paralelos.  En el citado libro de apeos conservado en Lucillo se mencionan frecuentemente: “...y  siguiendo dicho camino que va para Astorga hayamos una peñica con farpas bien hondas por ser arca antigua, y renovando dichas farpas quedó bien reconocida sin contradicción alguna de dichos concejos”

Esta renovación consistía en raspar los surcos para eliminar el musgo que se había generado desde la vez anterior, y esta acción repetida a lo largo de los siglos generaba surcos profundos, que se distinguen de los surcos de los petroglifos prehistóricos por la pátina, y sobre todo por su anchura y profundidad, que demuestra que fueron realizados por instrumentos metálicos.

 Para un primer avance de este tipo de arcas, vamos a exponer algunas fotos de tres arcas diferentes. 


ARCA DE LA GUSENDA

Este arca que divide los pastos y terrenos entre Chana de Somoza y Lucillo, se encuentra a la derecha del camino de la cantera cercana a Chana. 

 Se sitúa en un pequeño afloramiento de pizarra que apenas supera los 80 cm de altura. La poca visibilidad  se compensa con la imposibilidad de mover de sitio el arca, pues como hemos dicho no se compone de rocas o piedras colocadas, sino que aflora de la roca madre.  En la zona superior hay algunos hoyos parecidos a las cazoletas, pero más profundos y de formas irregulares. También se observan unos rebajes que los escribanos llaman “muescas”, y  que le dan un perfil superior con forma ondulada o de cresta. De esta zona elevada descienden hasta el suelo dos surcos  de entre 4 y 8 cm de ancho y 3 cm de profundidad, medidas que son producto de las  numerosas renovaciones, que como explican  los escribanos en los libros de apeos, se realizaban “a peto de azadón”.                                                                                

Farpas del Arca de La Gusenda


Arca de La Gusenda, vista cenital

VALDEMEDIAN- I

El arroyo de Valdemedian discurre aproximadamente por la divisoria de los terrenos de Lucillo y Villalibre de Somoza. A lo largo del valle del mismo nombre se localizan varias arcas con farpas. La primera está cerca del arca llamada “La Poza de la Ferrada”, ya citada en el capítulo de elementos singulares del paisaje,


Arca de Vademedian-I. Vista general con la farpas



VALDEMEDIAN- II

Siguiendo el valle aguas arriba, se localiza otra arca con cuatro farpas grabadas en otro afloramiento de pizarra, situadas en la zona inferior del roquedo que aflora en la orilla derecha del reguero estacional. Los surcos son muy profundos, igual que en Valdemedian I, y revelan que ha sido renovada muchas veces a lo largo de los siglos


Valdemedian -II. Vista frontal del afloramiento


CRESTAS

 En otras ocasiones estas marcas solo se realizan en la zona superior de las rocas, que los escribanos señalan como “muescas” y que originan unas superficies aserradas que vamos a denominar a partir de ahora como “crestas”.  Este tipo de señalización es también muy abundante en la Somoza, y en este artículo vamos a destacar algunas de ellas solamente para no extendernos demasiado. La primera se encuentra en el arca de La Gusenda a la que nos hemos referido antes y que además de las farpas y hoyos contiene en la zona superior varias crestas formadas por muescas. La otra roca del mismo estilo se localiza en las proximidades de Filiel, junto al cruce de caminos que van a la cima del Teleno y a la zona de La Calera respectivamente



Crestas en un afloramiento de pizarra en el pueblo de Filiel



Curioso contraste entre las crestas de un arca y la silueta del Teleno


PEÑAS FORADAS

Por último, en La Somoza maragata es también bastante usual marcar los términos con agujeros ovalados que pueden confundirse con cuñas de cantero, además de otras oquedades parecidas a las cazoletas prehistóricas, lo que coincide con lo expuesto por J. Ferro Couselo en su tesis titulada “Petroglifos de Termino. Las Insculturas Rupestres de Galicia” donde defiende el uso de cazoletas en la Edad Media para señalizar algunas arcas de término.

La más representativa podría ser La Peña Forada, que delimita los pastos entre Lucillo y Boisan, además de ser un lugar singular por ser un lugar neutral donde comenzaban y finalizaban las reuniones para los apeos entre esas localidades: “Y de allí volvieron los dichos dos concejos a La Peña Forada, con cuatro agujeros a raíz del suelo (...) y se renovaron los agujeros de este dicho término”.



La "Peña Forada", entre Lucillo y Boisan


Arca con tres agujeros, en la línea de rocas moralizas entre Lucillo y Quintanilla de Somoza


CONCLUSIÓN

Tomando como referente la recopilación y el completo estudio que Jesús Ferro Couselo dedicó en su tesis doctoral “Los Petroglifos de Término y las Insculturas Rupestres de Galicia”, constatamos bastantes analogías en lo referente a la forma de las arcas con los territorios del noroeste peninsular, pues si bien en Galicia el paisaje y la geología del granito condiciona los marcadores territoriales, los paralelos se establecen al comparar las piedras fincadas (allí llamadas pedras fitas), los amontonamientos de piedras y túmulos de tierra, en definitiva, algo consustancial no solo al noroeste sino a toda la península.  

Lo que constituye una novedad y se escapa a la clasificación de Ferro Couselo es el empleo de surcos o “farpas” para marcar las rocas, o las muescas que originan “crestas” en la zona superior de las mismas. Este sistema, que en principio parece propio de la Somoza Maragata, se añade por el momento a la clasificación de “Los petroglifos de término…”, y solo por este motivo ya merecía la pena la elaboración de este trabajo.

Este artículo es un resumen de un trabajo más extenso que he publicado en Academia.edu con el mismo título, ARCAS Y MARCAS DE TÉRMINO EN MARAGATERÍA, donde podéis ampliar la información y ver más fotos. 


martes, 1 de septiembre de 2020

LAS CAZOLETAS DE "EL CARBALLÓN"



Después de un prolongado tiempo en el que los descubrimientos de nuevas estaciones rupestres con petroglifos en la provincia leonesa parecían haberse detenido, un nuevo hallazgo se ha producido en la comarca del Bierzo, que viene a sumarse a los ya conocidos en la zona berciana de Ancares y Santa Marina de Torre. El topónimo del paraje se denomina "El Carballón", y a falta de otras referencias es que he utilizado para bautizar estos nuevos petroglifos.
El descubrimiento lo ha realizado Juan Carlos Garrido mientras realizaba senderismo. Se da la circunstancia de que Juan Carlos es la misma persona que descubrió los importantes paneles rupestres de "Las Abarrazas" y "La Peña del Trigo" entre otros más situados en la localidad de Santa Marina de Torre, y que en su día fueron los primeros y únicos petroglifos conocidos en el Bierzo hasta que se sucedieron más descubrimientos. El hallazgo de este ultimo panel se produjo de forma casual, pero tratándose de Juan Carlos Garrido es fácil pensar que además de la casualidad, intervienen la curiosidad y el amor por el arte rupestre.

La nueva estación se sitúa en una zona elevada, rodeada por las antiguas explotaciones de antracita que forman un triángulo cuyos vértices  los formarían las localidades de Santa Cruz de Montes, Montealegre y Santa cruz de Montes. En el centro aproximado de ese triángulo y a escasos metros de una pista utilizada por los camiones que en su día sacaron el mineral de antracita de las explotaciones a cielo abierto, se descubre un afloramiento que sobresale sobre el suelo tapizado de monte bajo . La roca se sitúa a ras de suelo en la ladera, pero se eleva como un trampolín hasta alcanzar por el otro extremo los tres metros, lo que forma en la zona inferior un abrigo protegido de la lluvia, tan parecido a los característicos abrigos rupestres de otros lugares que me extrañó no encontrar grabados o pinturas en esa parte del afloramiento. El suelo está sembrado de pequeñas losas acumuladas, como si algún día hubo allí una pequeña pared de piedra seca a modo de cerramiento que ahora se hubiera desmoronado. 



Juan Carlos Garrido marca con su posición las cazoletas que ha descubierto

  La roca presenta en la parte superior una quincena de cazoletas de distintos tamaños y profundidades, diseminadas sin orden aparente pero agrupadas justo en el vértice de la zona más elevada y orientada al sur. Algunas de ellas parecen estar comunicadas por un pequeño surco que desciende desde la zona más elevada, aunque el este surco es tan fino que podría ser una fisura natural aprovechada como surco e integrado en el diseño de los motivos. Otro surco más ancho sale de una cazoleta superior pero se interrumpe a los pocos centímetros de esta y no se comunica con ninguna figura del panel. En el reborde de la roca se observan  desconches del panel, y de algunas cazoletas sólo se conserva el fondo de la figura.
 

Cazoletas de "El Carballón", vista lateral




Cazoletas de "El Carballón", vista frontal

Esta estación rupestre presenta similitudes con otras de la provincia, atendiendo a las figuras representadas que se compones de cazoletas y algunos surcos más o menos dudosos. El emplazamiento también es característico, pues se sitúa en un lugar elevado a modo de atalaya, dominando visualmente un amplio espacio. El territorio actual dista mucho del que se pudo observar en siglos pasados, pues toda la zona ha sido modificada por grandes explotaciones a cielo abierto para extraer antracita. Aunque ahora estas actividades han cesado y se han realizado labores de reforestación más o menos afortunadas, solo queda de lo arcano la forma de los valles primigenios, pero basta para hacerse una idea del excelente puesto de observación que un día fue este lugar. 



No se observan grabados con figuras que pudieran delatar una cronología más moderna (cruciformes, nombres de pastores etc.). Tampoco hay constancia por el plano topográfico de que coincida aquí una zona que delimite terrenos entre las localidades cercanas, por lo que puede descartarse ese uso. Aunque hay constancia de antiguos castros por la zona, ninguna localidad moderna o antigua parece situarse en las cercanías de estos petroglifos. La distribución de las cazoletas y el estilo de ejecución coinciden con las de otras estaciones rupestres de la provincia, y el ejemplo más cercano podría estar en el panel con petroglifos llamado "La Peña del Trigo" en Santa Marina de Torre      



Para finalizar, quiero agradecer otra vez el entusiasmo y la labor de Juan Carlos Garrido por todos esos descubrimientos que ha realizado por la comarca berciana,  y hacer extensivo ese agradecimiento a los integrantes de la asociación cultural "Carqueixa del Bierzo" de Santa marina de Torre por la magnifica tarea que realizan para la difusión de los vestigios rupestres de la zona, que ha dado como resultado la creación de la ruta de los petroglifos y otras muchas actividades relacionadas con el arte rupestre.



domingo, 22 de marzo de 2020

GRABADOS CONTEMPORÁNEOS EN UN PATIO MARAGATO




En el año 2015 me llamó un vecino de Quintanilla de Somoza, un pueblo de la comarca leonesa de Maragatería que se sitúa en la margen izquierda del río Duerna a los pies del monte Teleno. Es en esa localidad donde se pueden ver los primeros afloramientos de la roca diabasa llamada por aquí "Moraliza", una roca de color verdoso muy apreciada por sus cualidades para ser labrada y empleada para las construcciones locales. Cerca del pueblo ya se pueden contemplar, sobre todo en la zona de "La Chanada", donde descubrí en 2008 numerosos grupos de cazoletas prehistóricas.
La llamada era para invitarme a ver un grupo de grabados contemporáneos situados en el interior de una casa del pueblo, en una pared de piedra de un patio interior. Tenéis que saber que la casa maragata clásica se construye de piedra, con grandes muros que se rematan sobriamente en el exterior, con pequeñas ventanas y la puerta carretal por la que se accede al patio interior. Es en este espacio donde se centraliza la actividad de la vivienda, por eso los patios maragatos suelen estar empedrados con pequeños cantos rodados, que a menudo forman patrones y diseños geométricos. Las habitaciones y otros  espacios de la casa se conectan al patio interior con ventanales y puertas que dan acceso a una galería de madera, generalmente adornada con plantas y flores. Esa forma de vivir de puertas para adentro, no es sino la consecuencia de de la mentalidad maragata, y esta a su vez, es producto de un entorno agreste y un clima severo.
Debo reconocer que en ese momento unos grabados modernos no tenía para mí un interés excesivo, pues andaba enfrascado en la investigación de evidencias rupestres de época prehistórica, aún así no dudé en aceptar la invitación. Una vez en el patio, me sorprendió la cantidad de de grabados realizados en las piedras de la pared.

  

   
A pesar de su reciente cronología, estos grabados me parecen muy interesantes porque se acercan tanto a nuestro contexto que podemos intentar comprender el universo del autor, en este caso un maragato que se enroló de marinero mercante a finales del  S. XIX y dejó plasmado esas vivencias que le acompañaron. Así, podemos distinguir motivos marineros como anclas (algo inaudito en Maragatería) y otras representaciones como guirnaldas y cuernos de la abundancia, libélulas con cabeza humana o escenas costumbristas.
 Para una primera clasificación, he dividido las figuras en dos grupos:

 SÍMBOLOS PROPICIATORIOS O DE BUENA SUERTE .










Sobre estas líneas, símbolos relacionados con la abundancia (cornucopias y guirnaldas)













Símbolos propiciatorios y de buena suerte (rosas hexapétalas, anclas de barco, llave,  herradura)


                                                     NATURALISTAS

Aquí se incluyen los grabados que representan diversos animales y figuras humanas (zoomorfos y antropomorfos ).



Representación  de un pez, con seguridad una de las apreciadas truchas de los ríos maragatos


Figura de insecto


A la izquierda, representación de un insecto, seguramente una libélula.

Los grabados de personas están representados con la vestimenta maragata, se distinguen sin dificultad el sombrero de ala ancha, el chaleco, las bragas o polainas tan típicas y los botines. Algunas figuras se les presupone juventud por su postura erguida y una cierta gracia y vitalidad. Otras representan a ancianos y aparen encorvadas y se ayudan de bastones.


Traje típico maragato









Sobre estas líneas, diversas representaciones de figuras humanas ataviadas con la típica vestimenta maragata


Dos figuras maragatas. A la derecha se representa un anciano con bastón.


A la derecha del cruciforme, dos figuras representan a un guardia civil (izquierda)y un maragato. Ambos llevan sus trajes habituales (se distinguen el tricornio y la chaquetilla del guardia, así como el traje típico maragato) También portan un ramo en cada mano, en una clara alusión a la procesión del Ramo en el día del Corpus, una de la fiestas más solemnes y celebradas antiguamente en la comarca. 

Dentro de este último apartado se puede incluir también una serie de figuras  muy interesantes por su rareza, en este caso los denominados "Teriántropos", o seres con características humanas y animales.


Figura de ave con cabeza humana


Ave o insecto con cabeza humana

Para finalizar, resaltar el valor etnográfico de este tipo de grabados, que si bien suelen ser desdeñados por especialistas que sólo tienen ojos para los vestigios prehistóricos (como me pasó a mí en su momento), nos permiten comprobar  la necesidad del ser humano de plasmar en las piedras mensajes para las generaciones venideras El esfuerzo empleado en grabar estas representaciones demuestra que se hicieron para que perdurasen en el tiempo, y aunque con distinta finalidad y salvando las distancias,  básicamente es el mismo sentimiento que tuvieron los los humanos que decoraron los techos de la cueva de Altamira.
Y por supuesto, mi agradecimiento a la familia Benéitez por mostrarme este pequeño tesoro