La calle Real se encuentra jalonada por los grandes arcos de entrada de las casas arrieras y por los poyos o escaños de piedra, utilizados como asiento y para bajar de las caballerías. Es una postal típica que los visitantes atrapan con sus cámaras fotográficas antes y después del atracón culinario.
Me percaté que entre tantas piedras, las posibilidades de encontrar cazoletas podrían ser elevadas y que a pesar de haber recorrido sus calles muchas veces, nunca lo había hecho con esa curiosidad con la que ahora recorro mi tierra.
Regresé pues con ese objetivo y los resultados no se hicieron esperar. Los primeros pasos por la calle Real me condujeron a una piedra con más de treinta cazoletas. Buena caza, pensé.
A continuación unas cuantas en el primer crucero, y así calle arriba de piedra en piedra fui encontrando (tiene tela la cosa) mas de CIENTO TREINTA cazoletas.
Es como ir de caza mayor y que te pase por encima toda la manada:
No podemos olvidar que estas piedras han dado muchas vueltas a lo largo de los siglos, ya que la historia nos habla de varios emplazamientos en los castros de San Martino y de la Mesa, y que el último y definitivo cambio de ubicación, motivado seguramente por unas riadas, fue en el S.XVI